HOSPITALIDAD

Una anfitriona comparte el arte y la cultura mexicanos a través de un fantástico alojamiento en Airbnb construido dentro del dios serpiente azteca

Para Patricia, la anfitriona, el Nido de Quetzalcóatl no es solo un buen lugar para alojarse: es un puente entre pueblos y culturas

El rostro de Patricia se ilumina mientras relata su infancia, cuando jugaba con otros niños en las colinas alrededor de Naucalpan de Juárez, una exuberante zona boscosa al oeste de la Ciudad de México que está salpicada de cuevas, esculpida por arroyos y cañones y llena de vida silvestre. Ahora, se enorgullece de guía turística y anfitriona de un pedazo de Naucalpan que ha sido preservado y, a la vez, transformado en una comunidad surrealista y un tributo de ensueño al arte y la cultura mexicanos. “Me encanta compartir este lugar porque estoy orgullosa de él”, dice Patricia. “No quiero quedármelo solo para mí o para mis vecinos. Creo que es algo digno de ser visto, sentido y vivido”. Compartir un rincón favorito del mundo con otros es la motivación que une a muchos anfitriones de Airbnb. Sin embargo, pocos pueden compartir un lugar de una belleza tan fascinante como el Nido de Quetzalcóatl de Patricia. Llamado así en honor a un dios mitad pájaro, mitad serpiente venerado por los aztecas, es una combinación de parque exótico y complejo de viviendas construido dentro de una escultura gigante, intrincadamente decorada y de colores brillantes que serpentea entre el paisaje. Es una obra maestra diseñada por Javier Senosiain, el arquitecto mexicano pionero de este hermoso estilo de “arquitectura orgánica”. El alojamiento de Patricia es uno de los 10 del complejo y es el único disponible en Airbnb. Es un amplio departamento de cinco recámaras con ventanas redondeadas, techos curvos y otras características arquitectónicas muy peculiares construidas en el vientre de la serpiente. La decoración y los accesorios modernos le dan al lugar una sensación de amplitud que se adapta sorprendentemente bien al entorno primitivo.

“No quiero quedármelo solo para mí o para mis vecinos. Creo que es algo digno de ser visto, sentido y vivido”.

Patricia, Nido de Quetzalcóatl

“No quiero quedármelo solo para mí o para mis vecinos. Creo que es algo digno de ser visto, sentido y vivido”.

Patricia, Nido de Quetzalcóatl

La idea de convertirse en anfitriona de tiempo completo le llegó a Patricia de una de sus hermanas, quien antes había anunciado un alojamiento en Airbnb. Y encajaba con el deseo de Patricia de cambiar el ruido y el caos de la Ciudad de México por un lugar verde y pacífico. Desde 2015, asumió su papel con un empeño singular. Por lo general, Patricia recibe a los huéspedes ella misma y los guía hacia su alojamiento a través de una abertura en un costado de la serpiente. Le encantan las expresiones de asombro de los huéspedes en diferentes idiomas a medida que se familiarizan con su entorno: “wows” y “oohs” y “ooh la las”. “Aunque han visto fotos, nunca se imaginan el tamaño del edificio y la naturaleza que lo rodea, el silencio y la paz que sentirán”, dice. A Patricia le encanta ofrecer a sus huéspedes un recorrido de la propiedad. Y para muchos, se convierte en uno de los momentos más destacados de su estancia en el Nido de Quetzalcóatl. La excursión puede convertirse fácilmente en una aventura de 3 a 4 horas si los huéspedes están dispuestos a ello. Hay mucho que ver en la propiedad de poco más de 16 hectáreas que está en parte ajardinada y en parte en su estado natural. Y el ritmo de Patricia es deliberadamente lento. Patricia señala la boca de la serpiente, construida alrededor de una cueva natural, e invita a los huéspedes a observar las diferentes flores y árboles, los colores brillantes de las hojas, los sonidos del bosque y la variedad de texturas, tanto naturales como artificiales. “A veces los invito a caminar descalzos sobre el pasto y sentir el espacio”, dice.

En cada recorrido, hablará sobre los huicholes, indígenas de las sierras centrales de México, conocidos por sus coloridas joyas y su arte con cuentas. “La cabeza de serpiente tiene mucha influencia huichola”, dice Patricia. Los coloridos círculos de cerámica incrustados en la cabeza, los ojos y los colmillos de la serpiente, así como muchos otros detalles de la fantástica estructura de Senosiain, están inspirados en el arte huichol. “Una de las cosas que queríamos imprimir a este lugar es el color de México”, agrega Patricia. Patricia también enseña a los huéspedes acerca de las plantas medicinales que hay en la propiedad, así como sus usos en la cultura huichola y otras. Si siente que los huéspedes están abiertos a la experiencia, posiblemente los invite a una meditación al final del recorrido. En última instancia, lo que la impulsa es el deseo de compartir el arte, la cultura y la belleza natural de México, además de experiencias y conexiones humanas. “Me he dado cuenta de que aunque mis invitados pueden ser chinos, mexicanos, españoles, australianos o de cualquier otra nacionalidad, todos tenemos sentimientos, todos amamos, todos somos humanos”, dice. La gente puede verse diferente, agrega, “pero por dentro, somos muy similares”. Ella espera que a través de su inmersión en la naturaleza, la cultura mexicana y su estancia dentro del Nido de Quetzalcóatl, sus huéspedes se vayan transformados. “Lo que más me gusta de ser anfitriona y estar en contacto con mis huéspedes es que no solo tienen un viaje: tienen una experiencia y que esa experiencia es muy significativa para ellos”, dice. “Las vacaciones son como una pausa, y me gustaría compartir con ellos esa pausa para que hagan una introspección y encuentren lo que quieren, quiénes son”.

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