Tenía una ambición muy pequeña cuando comencé a hospedar por las Olimpiadas. Pensé, «Bueno, tal vez pueda ganar lo suficiente para unas vacaciones o para poner calefacción en mi espacio».

Lo que descubrí cuando empecé a recibir huéspedes fue que mi mundo de pronto se hizo más grande. Me encanta. Soy un embajador de Londres porque conozco muy bien la ciudad y puedo mostrarle a la gente cosas que no aparecen en las guías. Puedo contribuir. Le importo a las personas.

Deja de preocuparte por tu casa y disfruta.

Es absolutamente crucial. Me tranquiliza saber que tengo eso como respaldo. Realmente nunca he tenido que recurrir a ella, porque he tenido huéspedes maravillosos; yo he confiado en ellos y ellos han confiado en mí. Pero todo eso está cimentado en la Garantía al anfitrión.

Sí, de manera inconmensurable. He podido estudiar textiles durante tres años en el Morley Art College. Todo lo que pasaba por mis manos y que pudiera coser, bordar o crear y usar mis manos, todo lo hice. He podido viajar. Ser anfitriona me ha ayudado a pagar una nueva cocina y otras mejoras.

He aprendido a no apegarme tanto a las cosas materiales.